lunes, 18 de febrero de 2013




Un día, inesperadamente, encontré una conversación real de un chico y una chica (novios) en una red social, haciendo algo muy curioso: hablar de su pareja a su misma pareja, pero como si fuesen dos amigos describiendo sus respectivas vidas amorosas. Me llamó tanto la atención, por la simplicidad, sinceridad y profundidad de las palabras, que decidí que debía compartir este extracto. La conversación, valga la redundancia, habla por sí sola:
-          Chica: Y cuando estáis juntos, ¿estáis bien?
-          Chico: Genial… y cuando estamos separados, también. La única pega es el momentito ese de dudas, que la hace ponerse muy agobiada.
-          Chica: Que siempre llega…
-          Chico: Y no tendría por qué…
-          Chica: Quizás sea una muestra de lo que le importas.
-          Chico: Es posible. Pero yo necesito que ella se dé cuenta de que es la única mujer en mi vida, porque yo no quiero a nadie que no sea ella. Con ella lo tengo todo.
-          Chica: (…) ¿Qué es todo?
-          Chico: Pues… cariño, complicidad, química, respeto, diversión, conversación, risas, miradas, sexo del mejor, etc. Todo lo que se le puede pedir a una pareja, ella lo tiene. Y yo creo que a veces no llega a entender lo que le quiero, porque si no, no tendría siquiera espacio para la más mínima duda.
-          Chica: No tengo palabras para decir ante todo eso…
-          Chico: Imagínate que yo no suelo expresar mis sentimientos con facilidad, pero todo lo que te cuento es la pura realidad. Así que, ya ves…
-          Chica: Si os queréis así, seréis muy felices.
-          Chico: Espero que sí. Es lo que más me gustaría. Y espero que tú y tu chico también os queráis mucho. Te lo mereces.
-          Chica: Lo que más me gusta de él, aparte de todo… es su forma de ver la vida. Siempre está alegre, siempre está sonriendo… siempre.
-          Chico: ¿Sí? Pues es lo mejor que te podría pasar a ti.
-          Chica: Sí.
-          Chico: Necesitabas a alguien que sacara sonrisas y alegrías de ti. Bastante has llorado y sufrido ya. Seguro que él lo sabe y, aunque no lo parezca, te entiende.
-          Chica: Y cuando me mira fijamente, eso también me gusta, aunque nunca quiera decirme en qué piensa cuando lo hace.
-          Chico: Quizás, solamente el hecho de contemplarte y ver que estás con él ya le supone mucha felicidad, y se centra tanto en ti que no necesita nada más ni piensa en otra cosa.
-          Chica: Yo me quedaría ahí, quieta, para siempre…
-          Chico: Si estuviese aquí, seguramente ese chico te diría: “TE QUIERO””, y con esas simples palabras, definiría todo lo que siente.
-          Chica: Te quiero. 

miércoles, 19 de diciembre de 2012







Se acerca pidiendo guerra, anunciando locura, gritando juego, mendigando olores, suplicando boca. Él la provoca y a ella le tiembla la figura. Se siente tímida, insegura y quizás más débil de lo que le gustaría. Él se acerca pícaro. Canalla. Tal y como acostumbra, de la única manera que tiene de hacerlo y sólo con ella. Sonríe juerga, escucha caricias, advierte dominio, como si la revolución formara parte de sí. Se vuelven eternos. Seguramente lo sean. Y se dejan llevar como nunca antes lo habían hecho… 

Como nunca antes. 

lunes, 17 de diciembre de 2012

Hoy es siempre todavía.

No hay mejor manera de describirlo. No la hay. 


Y, probablemente, esos largos y translúcidos segundos en los que ves cómo puedes perder algo valioso, son, precisamente, los que te ayudan a contemplar con luminosa claridad muchas cosas que habían quedado escondidas en un rinconcito apartado del baúl de los recuerdos que es tu mente.


Ese ínfimo instante que lo cambia todo y que te lleva a hacer cosas que nunca creíste posibles, es lo que da sentido a la vida. La racionalidad pura y dura, contenida dentro de unos segundos de locura. La posibilidad de caer derrotados nos estimula a ser valientes. De repente, lo ves claro y te la juegas. Ya no importa perder... porque lo que puedes ganar compensaría con creces ese riesgo.


Un eterno instante de silencio aguarda la esperada e impredecible respuesta. Finalmente, sale cara y tan solo ansías el momento en el cual poder estar juntos otra vez, reescribiendo vuestra historia a partir del nuevo primer beso. Ese beso que guarda la fuerza de todos los momentos ya vividos, de los momentos perdidos por el camino y de todas las emociones contenidas que ahora desbordan por todos los poros de nuestros cuerpos. Ese beso que sabe a reencuentro, a alegría, a miel y a paz. 

A.G. 




jueves, 13 de diciembre de 2012

Radio Caos.

Todo lo que debes hacer es ponerte los cascos, echarte en el suelo y escuchar el CD de tu vida. Canción tras canción, ninguna se puede saltar. Todas han pasado y de una forma u otra servirán para ir hacia adelante. 

No te arrepientas, no te juzgues. Pause, rewind, play... y más, y más y ¡¡más!!. Nunca detengas tu reproductor, sigue registrando sonidos para lograr explicar el caos que tienes dentro. 

Y si se te escapa una lágrima mientras escuchas, no tengas miedo, es como la lágrima de un fan que escucha su canción preferida. 

Voy de paso. 


sábado, 8 de diciembre de 2012

Pasaran las Horas.


Si lo haces... ni caricias ni colchas mojadas. Se acabó lo de andar a hurtadillas por los pasillos de su casa. Se acabaron tus fugas nocturnas para verla, los cientos de kilómetros y las demandas de velas y servilletas. Se acabaron los chistes y los semáforos en rojo, y sus besos. Tus veladas jugando a ser ella, jugando a hacerla reír. Se acabó la luz que quiere encenderse y apagarse cuando a ella le apetece, cuando ella se siente más cómoda. Se acabaron los pasos peatonales que quieren cruzar siempre en rojo, el sirope, las manos que se entrelazan en el momento justo y la promesa del vodka. Se acabaron las carreteras noctámbulas, los horarios de luna. Se acabó divertirte con ella de madrugada mientras los delincuentes, que siempre os persiguen, intentan realizar bien su trabajo. Se acabaron las estufas, tu espalda que quema, sus manos que hielan. Se acabó esconderle las orejas al coche, los cds, sus ojos cuando admiran tus comilonas y la piel que huele a seda. Se acabó huir de parientes y de cualquier ojo que pueda observaros mientras os besáis. Se acabaron los aparcamientos interminables, los derroches de agua, tus charlas de profe malo y las piernas por fotografías. La música ya no quiere convertirse en magia y si lo haces, calla Dalma y mueren sus anuros nerviosos.